Saber leer es algo más que una cuestión mecánica o instrumental; es más que una habilidad. Leer es una actividad que da sentido. A pesar de ello esta capacidad no depende de la edad; aunque sí es fruto de la educación.
Los estudios más recientes del acto lector rebaten por insuficientes los dos modelos teóricos tradicionales sobre este proceso: por una parte el modelo que defiende una línea de acción y movilización de abajo-arriba (del texto al lector); por otra el modelo que sostiene una corriente de animación de arriba-abajo (del lector al texto). El modelo final que conciben los citados estudios estaría integrado por las dos direcciones de actuación de los modelos anteriores, resultando así que la construcción de significado sería la consecuencia del proceso interactivo entre los dos elementos fundamentales de la lectura: por una parte el texto, por la otra el lector con sus conocimientos, sus habilidades y sus estrategias. En consecuencia si la interpretación es producto de la interacción entre texto y lector, no la podemos reducir exclusivamente a los signos del texto ni a las aptitudes del lector.
La lectura es un proceso con dos componentes: el acceso léxico que supone el reconocimiento de las palabras y el acceso comprensivo que por un lado afecta a las proposiciones individuales del texto (microprocesos) y por otro implica la integración del significado global de toda la información suministrada por el texto (macroprocesos); en este último nivel es en el que el lector va construyendo el significado del texto
Cuando un niño empieza a leer un cuento, espera encontrar una estructura concreta: unos personajes, en un contexto,unas situaciones y un final. Esa expectativa es una estrategia cognitiva que le ayudará a comprender la historia.La auténtica lectura tiene que ser activa porque desde la primera frase se están poniendo en funcionamiento esquemas mentales; dichos esquemas son estructuras abstractas de conocimientos previos. La mayor o menor complejidad de estas estructuras estará en función de la edad y formación del lector.
Para que se produzca una comprensión efectiva de un texto, y por lo tanto un disfrute, es necesario que el niño pueda enmarcar el contenido dentro de los esquemas generales disponibles en su memoria. Cuando el niño detecta la estructura de un texto la emplea como estrategia y la lectura cobra una nueva dimensión en su mente. Estamos ante un salto cualitativo en los procesos intelectuales de ese lector.Naturalmente todos estos —195→ procesos mentales son posibles a partir del conocimiento general que el alumno tiene de la estructura de los textospor un lado, y por otro del conocimiento general del mundo. Y tanto el conocimiento del mundo como la familiarización con las estructuras textuales (narrativas, descriptivas, poéticas, etc.) se adquieren, entre otras vías, por medio de la lectura. Cuanto más se conoce más se goza con la lectura; y se conoce más cuanto más se lee.

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